«El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos», le decía Ilsa a Rick. En estos días de primas de riesgo y dramas griegos hay cosas que no se detienen, y la gente, tozuda, se sigue enamorando. Nada de grandes historias de amor con todo tipo de parafernalia, estos asuntos suelen transcurrir de forma más discreta pero no por ello menos emocionante. Y así los narra  el zaragozano Alfonso Casas en ‘Amores minúsculos‘ (Edicions de Ponent), su primer tebeo largo como autor completo.

Casas debutó en el mundo del tebeo como dibujante en ‘Marica tú‘, de la mano del guionista Julián Almazán. Esta vez vuela solo y asume argumento y dibujo. ‘Amores minúsculos’ cuenta tres pequeñas historias de amor entrelazadas que parten de un mismo hecho común. Una improvisada fiesta en un piso compartido en Barcelona desencadena todo para los tres protagonistas. Allí, Jaime, proyecto de escritor, conoce a la chica misteriosa que asegura saber qué día va a morir. Nacho, dibujante en ciernes, se emborracha y hace de celestino para Laura; a la mañana siguiente se va a dibujar un rato a la calle, donde suele captar a un chico que pasa siempre a la misma hora. Laura, contable en una multinacional, se siente atraída por el moderno que le ha presentado Nacho en la fiesta, pero el chico tiene poca profundidad…

Los destinos de los personajes se cruzan en algún momento, pero las historias de amor discurren en paralelo. Una tendrá recorrido, otra se quedarán en cita fugaz y la otra es de futuro incierto. Con estos mimbres, Casas consigue tejer una trama consistente, en la que todo encaja con la facilidad que solo con un guión muy pensado se puede conseguir.

El estilo de dibujo recuerda en algo al de las ilustraciones que pueblan las revistas de tendencias. Un estilo bonito, limpio, con personajes monos, que puede gustar a todo el mundo. Esto es lo que se podría decir de un vistazo rápido. Pero si uno profundiza en la lectura, se ve pronto que estamos ante mucho más que imágenes estáticas con bocadillos flotando; la narración fluye sin problema y lo hace con personalidad propia. Una de las características que hace especialmente atractivo el dibujo es cierta influencia del manga en la gestualidad de los personajes, que sirve para acentuar los momentos de comicidad.

Destaca especialmente el uso del color para marcar los capítulos. La historia de cada personaje se desarrolla en un tono, y el personaje en cuestión mantiene ese mismo color a lo largo de todo el libro. Este recurso resalta de manera gráfica la idea de vidas cruzadas que pretende transmitir el autor.

‘Amores minúsculo’ es un tebeo romántico, pero no cursi. Alfonso Casas retrata justo el momento en el que surge la chispa del amor, que a veces da lugar a un incendio y a veces a una llama que apaga la menor corriente de aire. Es fácil pensar que esto le ha podido ocurrir a alguien que conoces, si no a ti mismo, y eso le da «verdad» a este cómic.